Me gusta que me mires con disimulo,
pero con carácter. Sellar mi carmín en
tus comisuras… ¡Valiente osadía! Sangre
para algunos, pecado para otros. Me
derramaría contigo mil veces.
Tú provocas sin medida con tus aires
desenfadados y espumosos. Extrovertido
y apasionado como pocos. Delirios de
grandeza en copas que se llenan de
humor y de alegría.
También me decanto por la frescura de tus labios,
por tu palabra salvaje, por tu cuerpo sagrado.
Dejemos las apariencias, que no se nos dan bien.
Nos calamos. Me envolvieron tus grados
de astucia y picardía.
Un trago.
Dos.
El final lo pones tú.
*Imagen: Fabián Pérez