lunes, 17 de noviembre de 2014

Los gatos también ladran




Solía jugar a la psicología inversa,
a observar sin mirar, a besar sin sentir…
También jugaba a adivinar las palabras
de una mirada cobarde, pero transparente.
Tiraba los dados esperando que saliese
un número impar, como de costumbre.
Y, entre juego y juego, me olvidaba
por un momento de lo que es vivir…
Confieso que de vez en cuando hacía
trampa, que me saltaba las reglas
del juego, que me moría por ti.
No obstante, jugaba al despiste,
al disimulo y al no puedo estar así.
Y, entre trampa y trampa, uno se da cuenta
de que juega a ser el perro del hortelano:
que come, que ladra, que vuelve a fingir…
Quizá sea más gata que perra, pues salto
de tejado en tejado, visto de negro
y la noche es mi aliada.
Y que yo no quiero que me quieras
si digo que no te quiero querer.
Y que tampoco quiero que me envíes
tus estúpidos versos en forma de canción.
Y que me falta el aliento si no tengo
todo eso, pero juego a no darte la razón.
Maldito seas, noviembre, que mueves
ficha sin previo aviso, que prolongas
el verano, que retrasas el frío solo para confundir…