domingo, 11 de diciembre de 2016

Enviar sin asunto



Tengo tanto que decir, 
que no sé por qué documento empezar.
Nada que justificar,
pues ya se encarga el autocorrector de justificar 
los abrazos mal alineados. 

Tengo tanto que añadir,
que necesitaría dos vidas y ocho gigas.
Nada que esconder,
pues ya me cansé de no ser quien 
realmente soy, de ser opaca de noche y de día.

Tengo tanto que explicar,
que no sé si pueda sin contraseña.
Nada por lo que pedir perdón,
pues el karma se posicionó a mi favor 
para ponerle punto y final al suspensivo.

Tengo tanto que contar,
que me tiemblan los archivos.
Nada que salvar, 
pues los espacios en blanco no cuentan
y las descargas con efectos secundarios están de más. 



sábado, 24 de septiembre de 2016

El pájaro enjaulado



¿Quieres que te cuente un cuento
recuento que nunca se acaba?
Eso decía mi abuelo cuando solo
había inocencia, en época dorada,
antes de que el otoño asomara la pata.

Érase una vez, un pájaro entre rejas 
que soñaba con volar. Pero, vida, ¡cuán irónica
eres dejando a un pobre pajarillo sin alas y sin balcón!
¡Cuán triste es su mundo: solo en su nido, 
que no es nido, sino imaginación!

El pájaro no perdía la esperanza y se aferraba 
a la música pese a no poder bailar. Le gustaba cantar
cuando el sol salía y se entretenía viendo 
arañas tejiendo historias sin feliz final
ni perdices de cuentos coloridos acabados. 

El pájaro ansiaba ser rescatado, tenía sed 
de libertad. Era fuerte, pero no como para 
romper los barrotes. Era fuerte, pero no como
para ser halcón. Poco a poco se convertía 
en barro y el alpiste sabía a miseria, sabía a prisión. 

El pájaro olvidó la risa, olvidó el mar. Olvidó 
sus raíces, olvidó su ramaje, olvidó piar. Pero, entonces, 
recordó que aún había vida tras el hierro oxidado, 
recordó una vida placentera de pasión y de plumaje.

Ya no sé qué decir, ya no sé si es cuento 
o canción, si es fábula o sermón, si es sinsentido 
o enajenación, si es misericordia o perdón,
si es farándula o equivocación, si es vida
o desazón…


*Aviso: cuento no recomendado para menores de 7 años.

domingo, 21 de agosto de 2016

Olimpia



Te me escapas, verano.
Me encontraste sollozando
y me dejaste sin canción.
Supongo que la marea me arrastró demasiado, 
o eso me confesó Poseidón. 

Han sido numerosas las odiseas
y las ilíadas. 
Basta, no más guerras bárbaras
ni dioses venerados. 
Que las heridas se las lleve la sal
y que el viento sea el aliado. 

Devuélveme la rima, Homero,
que esto no es Delfos. 
Tampoco un juego. 
Sálvame de las garras de Hades 
y dime que aún existe el cielo. 

Hagamos de la vida un simposio 
en el que reine la libertad. 
Que afroditas, ateneas y geas brindan 
hoy por la igualdad. 
Desgarraste mi talón, mas no conseguirás 
arrebatarme el alma, tampoco el corazón. 

jueves, 26 de mayo de 2016

Poisson de mai



No cambio tu boca por mil noches 
estrelladas ni por el Olimpo más sagrado. 
Tampoco por un viaje de ensueño
o por saber qué fue de mis antepasados. 

No cambio tus ojos por islas 
desiertas ni por un ático en el mejor de los barrios.
Tampoco por infinitos manantiales 
o por hallar montes consagrados.

No cambio tu piel por una lámpara 
mágica ni por palacios de ningún marajá.
Tampoco por aviones privados 
o por ser pájaro para echar a volar.

No cambio tu pecho por vestidos de gala
ni por diamantes en anillos.
Tampoco por vistas al mar
o por cenas de mirada cómplice, vela y vino.



*Imagen: Escher

sábado, 16 de abril de 2016

Los lunes al Aisne



Como cada lunes, Lorenzo aparece por el este
del balcón, y me despierta con disimulo y sin minutero. 
Aún persiste la migraña y el aliento a Ballentine’s. 
Pocas horas hemos dormido, Lorenzo. Unas míseras
cinco horas intentando pegar pestaña, pero es más 
fuerte el eco del grito de la madrugada. Una madrugada 
que se acostó a voces y desquiciada. Una madrugada que 
poco soporta Catalina, pues el eco se apodera del silencio 
y de sus sueños. Ya hasta son confusas las pesadillas, 
ya hasta se perdió el eclipse entre la noche y el día. 
Y qué triste te ves, Catalina, con ojeras, recitando el mismo
romancero cada lunes a medianoche. Y qué poco entienden
Lorenzo y sus secuaces, ni una mísera octosílaba. Normal,
ya ni cantares de gesta saben. Solo saben de juegos de guerra.
Ay, Catalina, que se adueñan de ti los suspiros, la angustia 
y la rebeldía, mas razón tienes al protegerte de fantoches
de cuarta cantando a ritmo de bulería. Y así pasan los días y las noches, 
de pulso en pulso y de batalla en batalla. Y así pasan los días, de 
partida en partida y de quizás en quizás. Al borde del río Aisne, 
como cada lunes.


martes, 15 de marzo de 2016

Corazones negros



Permitiste que me ahogara en una orilla 
ya hundida, y bombardeaste una casa, 
un hogar, una familia.

Cortaste mis alas a cambio de un puñado
de avaricia, y te lavaste bien las manos
en la frontera con Turquía.  

Varaste mi perseverancia, mi lucha diaria 
y mi ilusión desganada. Firmaste el tratado 
de la intolerancia.

Arrebataste mi identidad, mis sueños
truncados, y me robaste mi billete de ida 
y vuelta: la libertad.

Traicionaste mi confianza entre Macedonia
y Grecia, y me dejaste a la intemperie de 
una Europa hostil y destructiva.



*A los que buscan refugio

viernes, 12 de febrero de 2016

California King Bed



Es la corriente que nos separa, 
pero que nos vuelve a unir en una embarcación 
que se hunde sin remedio. 

Es el ecuador entre los hemisferios:
el norte, testarudo como ninguno,
y el sur, cálido como él solo. 

Es la frontera que decide qué pie entra, 
si el derecho o el izquierdo. O si hay refugio 
para un último beso desterrado. 

Es la división de los polos:
el negativo, que todo lo recrimina,
y el positivo, que todo lo justifica. 

Es la línea de la tensión sin medida, 
de espaldas que se miran, de corazones cuarteados,
de lágrimas mudas, de versos desvelados. 


miércoles, 13 de enero de 2016

Mi determinante



Podría bajar la luna, atarla fuerte 
y dejar que se sonrojase en el balcón. 
Que tu boca fuese el principio 
y el final de una canción. 

Que no me sulfuro a menos que lances 
dagas directas al paredón.
Podría cantarle al ruido para enloquecer 
al silencio con una dosis de determinación.

Que no me respondas si no tengo pregunta,
que ya sé lo que viene después.
Que no me restes la suma de la resta, 
que ya ando del revés.

Que no soy de cifras ni de decimales, que soy 
de letras y no sé calcular 
la distancia entre nuestros pies. 
Que tuyo es el determinante y mío también lo es.